Este 26 de abril, el Comité de Luchadoras y Luchadores por Tierra y Vivienda se dieron cita en las afueras de la congregación católica lasallista, exigiendo una nueva reunión para tratar la venta de los terreros que pertenecen a esa fundación religiosa con el propósito de levantar sus habitaciones y salir de su condición de arrendatarios y allegados.

Una de las dirigentas señaló que, «Las familias de la clase trabajadora tenemos un sueño que debería ser un derecho: la casa propia. La mayoría de la gente del Comité somos de la comuna de La Florida, Región Metropolitana. Allí se encuentran nuestras redes fundamentales. Somos una generación de hijos y nietos de abuelos pobladores que llegaron a habitar los antiguos terrenos de sembradío, a punta de esfuerzo y convicción, y hoy por hoy nos toca a nosotros continuar esa lucha».

La joven lideresa social explicó que, «Desafortunadamente ahorrar se nos hace una tarea imposible por los bajos sueldos y los muchos empleos informales, secuelas de la pandemia. Asimismo, existe muy poca accesibilidad a créditos hipotecarios porque para los bancos somos considerados pobres, mientras que para el Estado, según su registro social de hogares, somos pudientes», y agregó que, «Llegar a hacernos de un ingreso mensual que nos alcance para sobrevivir es una tarea titánica. Los arriendos cada día son más caros. El hacinamiento y la poca privacidad es lo que sufrimos año tras año. El fracasó ante los numerosos y caros requisitos para acceder a los subsidios habitacionales es desalentador y competitivo».

– Hace unos meses ustedes también hicieron una manifestación para conversar con la congregación lasallista…

«Apelamos al criterio de la iglesia Católica, la cual es dueña importante de tierras en la comuna de La Florida. Nuestras familias son de valores, principalmente de amor y solidaridad con nuestros pares y creemos que son los mismos que tienen en la congregación. Es por ello y muchas más razones que solicitamos entablar una conversación donde accedan a la venta de tres hectáreas de un terreno ubicado en Avenida La Florida con Trinidad, para la construcción de viviendas sociales, donde nuestros hijos puedan seguir creciendo en un barrio seguro, limpio y en comunidad.»

Los religiosos católicos no se dignaron a abrirles la puerta a los pobladores.